Una tumba para la frivolidad en tiempos de Covid-19

Hoy estamos enfrentando la peor crisis de nuestras vidas, y hay herramientas que no solo no sirven sino que hacen daño, como el marketing político. Lo que hoy cabe y urge es la comunicación de crisis. Y esa comunicación tiene unas reglas muy distintas a las de la comunicación política normal, porque exige un nivel de sensibilidad, de conexión con la realidad y de coherencia mucho más alto, así como canales rectores únicos para que la ciudadanía se informe y se orientemientras dure la emergencia.

En comunicación de crisis no caben slogans, ni logos de campañas institucionales, no caben videos artificiales de funcionarios recorriendo barrios, repartiendo ayuda, la gente sabe que hay otro tipo de trabajo que deben hacer los funcionarios, y reconoce lo que se parece mucho a propaganda electoral, y que suplanta el espacio de la información imprescindible para afrontar la emergencia. Tampoco caben las salidas histriónicas que cuestionan las decisiones del gobierno, como si se tratara de una época normal, donde a mucha gente le gusta el espectáculo del conflicto, hoy la gente necesita certezas, no peleas ni rivalidades. Cuando un líder seccional sale a cuestionar al gobierno, lo único que consigue es multiplicar la incertidumbre en la población, y al hacerlo, no genera confianza para sí, solo reparte la pérdida de liderazgo, y multiplica los riesgos, que en una emergencia, significa aumentar las posibilidades de contagio y de muerte. Así de grave.

Unidad es actuar unidos

Todos hablan de la importancia de la unidad, pero pocos actúan en ese sentido. Sin esa unidad, que empieza por algo simbólico como una frase o proclama ¿Se acuerdan de Ni Un Paso Atrás?, que requiere una vocería rectora que muestre el camino, con empatía y ética, razonando las decisiones, explicando los procedimientos en cada caso, por ejemplo: ¿Qué hacer si se tienen síntomas pero se puede respirar sin dificultad? ¿Qué hacer si ya hay dificultad al respirar? ¿Qué hacer en caso del fallecimiento de un familiar? ¿Por qué hay tantos fallecidos que no entran en las estadísticas del COE?, etcétera.

En vez de esto, vemos buenos funcionarios, con las mejores intenciones, dando muchas entrevistas, y haciendo videos publicitarios, en vez de generar un contenido oficial directo, que no dependa de las preguntas de los periodistas, menos aún de aquellos que hoy usan gasolina para combatir el fuego.

Mas allá de esto, lo único que nos va a salvar es que las mejores mentes del Ecuador, sean o no parte del gobierno, se sienten ya a conformar un gabinete de crisis público-privado, que tome las riendas de la nación, que utilice todos los recursos que tenemos como país para enfrentar la mayor pandemia en 100 años. Claro que podemos salir triunfantes en esta guerra, pero si no trabajamos juntos, no lo lograremos. Aún se puede, no sigamos perdiendo tiempo. Cada día se cuenta en vidas.

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